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Sentí como de pronto la vida se escurría. Sabía que me estaba muriendo, algo no funcionaba bien. Mi cuerpo me estaba gritando: ¡ME VOY!…. y por momentos lo negaba, nooooo esto no será nada, en un plis estaré bien. Y de repente venía el dolor, las tiritonas, la fiebre alta… me sentí en paz para morir, amada y feliz…. Y… Aquí estoy, me he quedado en este mundo, recuperándome de unos días dolorosos y llenos de descubrimiento.

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Lo que hizo una herida

Esta es la razón de no haber podido escribir mi post semanal. Todo empezó hace un mes y medio. Una herida, seguramente una picada de algún bichito, que por descuido terminó infectándose. Cuando aún no estaba cerrada del todo, lo dejé al aire y con la misma ropa de la camisa que llevaba se infectó. Con el brazo hinchado, rojo y dolorido me fui al hospital de urgencias. Allí me recetaron antibióticos. No me gusta tomar medicamentos, todo lo que pueda curar con remedios naturales lo hago. La herida se había infectado demasiado deprisa y era peligrosa. Así que…. Me los tomé.

Al cabo de una semana ya había terminado los antibióticos, la herida estaba curada y todo parecía normal. Lo único que no era normal era un cansancio extremo que empecé a sentir. No entendía la razón, es verdad que la reforma del barco requiere de esfuerzo físico y además estaba empezando a trabajar seriamente en la web. ¿Sería esa la razón?

Unos días después empezaba con una infección de orina. O al menos eso creía yo….Aunque por alguna razón no salía en los análisis, por lo tanto no me dieron nada para tratarla. Cada vez más cansada, más dolorida, los días iban pasando y yo no entendía que me estaba pasando.

Todo se complica

Empecé a tener tendinitis en los dos codos, dolor en las rodillas, en las cervicales, cada vez estaba peor, agotada y por supuesto más preocupada. Fui a ver a mi osteópata: reposo absoluto y algo raro te está pasando. No es normal…. Tengo una constitución delgada, aunque fuerte, …. ¿Qué me estaba pasando? No entendía nada, intentaba buscar razones, explicaciones…. ¿Me había pasado haciendo ejercicio? ¿Era la reforma del barco?¿Emociones ocultas?

Vale, si eran emociones ya las arreglaríamos luego. Ahora necesitaba que me pasaba, me sentía como una persona anciana de 80 años. Como si de golpe hubieran venido todos los años. No sabían decirme que era.

Pasó una semana y empezaron los dolores en la espalda, pensé que era musculares. Hubo uno de los días que apenas podía andar. Llegué al barco casi llorando. Me senté en el sofá y le dije: llévame ya al Caribe, no voy a durar mucho. David me abrazaba y me consolaba.

En un par de días vino la fiebre. Al principio era pocas décimas, un virus, pensé. De pronto empezó a subir. Llamamos al médico. Una chica encantadora que nos contó que se iba de voluntaria con Open Arms. Estuvo auscultándome, mirándome y al cabo de un rato de estar con nosotros nos dijo que lo mejor era ir al hospital: demasiados días de fiebre, cada vez más alta. No era normal. Se necesitaba hacer un buen diagnóstico.

En urgencias del hospital

En urgencias del hospital de Vilanova entré con tiritonas y dolor después de estar dos horas en la sala de espera arropada por una manta en el mes de mayo. Según el médico no tenía nada, seguramente un virus. Que si quería me daba antibiótico. ¿para qué? Le pregunté. Si según tú es un virus. Para que no te vayas sin tratamiento, me contestó. Lo siento, le dije. Quiero un diagnóstico, no un tratamiento. Como sabes que lo que me vas a dar es lo que corresponde. Se encogió de hombros y nos largó para casa.

La sensación de impotencia, de confusión. Y ahora lo que veo es muy poco amor hacia su trabajo. Tiene en sus manos la vida de personas y eso se merece mucho más amor y pasión que lo que demostró.

Al día siguiente estaba a más de 40 de fiebre, tiritando y delirando. Deliraba y veía cosa extrañas. Sentí como me estaba muriendo, mi cuerpo estaba en peligro. Y aunque me sentía en paz, también sentía que no era aún la hora. ¡Quiero vivir más!. Veía en los ojos de David preocupación, me cuidaba, me miraba y dijo: esto no es normal.

Así que llamamos a una amiga, Silvia y ésta nos llevo de urgencias a Barcelona. Ni se lo pensó, a la que pudo allí estaba con su coche para llevarnos. Todos estábamos convencidos que saldría enseguida, excepto David, que viendo la situación había preparado una pequeña maleta con ropa…. Por si acaso. Mientras tanto un médico muy amable empezó a pedir pruebas y análisis.

Ingresada en el hospital

Ingresada en el hospital

Al cabo de un par de hora con los resultados en la mano me ingresaban de urgencias: Una pielonefritis aguda bilateral (vamos, lo que es una infección en el riñón de aúpa), un absceso (una bola de pus), los dos riñones inflamados y al cabo de unas horas vieron que también estaba inflamado el hígado, la vesícula, líquido en la pleura y mucho dolor. Empezaba una sepsis. La cara de preocupación del médico de urgencias lo decía todo. «A ver como reaccionas». Vamos a esperar…

Menos mal que fuimos a Barcelona. Antibióticos en vena, suero, calmantes, análisis diario de control. Una semana de hospital y un buen susto en el cuerpo. En 48 horas, sin el tratamiento del hospital, simplemente no estaría contándolo.

Fue divertida la manera en que me lo dijo mi médico de cabecera. En medio de la selva africana sin recursos te hubieras muerto en dos días. Que hubiera pasado aquí en pleno S.XXI tiene delito, es incomprensible. Menos mal que no hicimos caso al “supuesto” virus y nos fuimos a Barcelona.

Recuperándome

Ahora estoy recuperándome, muy cansada, agotada de tantos días de fiebre, medicación y hospital. Muy agradecida con mi marido, ha estado todo el rato a mi lado, cuidándome con todo su amor, muchos días sin apenas dormir. Es extraordinario. A mi familia y amigos por sus llamadas y visitas. Al universo por hacerme reflexionar.
Aún es un poco prematuro, todo y que llevo días pensando y reflexionando. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Qué me ha dicho mi cuerpo? No creo en las casualidades. Todo tiene un sentido, aunque de entrada no lo vea. Mi cuerpo me estaba avisando.

Las emociones en nuestro cuerpo

Las emociones se reflejan en nuestro cuerpo, al igual que las responsabilidades, las creencias, aquello que vivimos, todo nos deja una señal. Nuestro cuerpo nos habla. Hay que escucharlo ya que si nos habla es porqué aquello que nos ha afectado no lo hemos mirado de frente.
Tengo que confesar que mi primera reacción fue de ira. Después de lo mal que lo he pasado, el dolor, el agotamiento físico y psicológico … va y tendré que mirar dentro mío ya que esto lo he provocado yo…. Si hombre!!!! Por suerte no tenía fuerza ni para cabrearme. Es normal esa primera reacción ¿Te sentirías así si te dicen que eres tú misma la causante de tus males, cuando estás aún con dolor?… Lo he visto en algunos de mis clientes cuando reflexionan sobre sus enfermedades. El camino es largo…

Una vez apaciguadas las aguas, y sentándome a reflexionar. Lo primero que hice fue cambiar la visión. Yo no provoco nada. Es mi cuerpo que me habla de emociones ocultas, o de traumas escondidos. Con esa nueva mirada he empezado a reflexionar, a sentir, a leer y a analizar.

Son varios los autores, así como distintas disciplinas que nos hablan sobre como la emoción y lo que vivimos nos afecta en nuestro cuerpo. Aunque para mi mejor es decir: Cómo nos habla nuestro cuerpo de aquello que no queremos ver ni oír. Por estar en nuestro subconsciente, por ser doloroso, por tenerlo anclado como una creencia.
Al mismo tiempo nuestro cuerpo nos siga hablando, gritando si es necesario….Tu cuerpo te habla siempre. ¡Escúchalo!!

Un gran abrazo amoroso

Adriana

Tu coach en el mar